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martes, 10 de agosto de 2010

Mi amiga la muerte


En la actualidad vemos a la muerte como a una enemiga. Como una desconocida que llega para llevarse nuestras ilusiones, nuestros sueños, nuestras aspiraciones y a nuestros seres queridos. Para poder combatir la incertidumbre que esta desgraciada nos genera, ya que no sabemos nada sobre ella, inventamos bellas teorías como la vida después de la muerte, nuevas futuras vidas, una mejor vida en el "más allá", etc. Intentamos explicar con nuestro cerebro racional como sería la vida cuando venga la muerte, es decir, buscamos la mejor explicación posible para "vivir la muerte". Todo esto indica que queremos prolongar nuestras vidas, incluso después de muertos; cuando muerte significa, al menos coloquialmente, fin de la vida. Somos seres extraordinarios, no queremos morir. Nos apena y angustia la idea de que nuestras vidas tengan un final y que nuestra muerte sea sencillamente nuestra muerte y no haya nada más después de la vida. ¿Porque queremos vivir incluso una vez muertos? Todo me hace pensar que no sabemos vivir nuestras vidas por eso tememos que algún día termine, incompleta, infeliz, insatisfecha.Por eso pateamos la idea de muerte hacia adelante, como algo que ocurre cuando somos ancianos o que llega inesperadamente en un accidente... Pero ¿Qué pasaría si dejamos de ver a la muerte como una enemiga y la vemos como nuestra compañera de viaje? Como diría Heidegger, los seres humanos tenemos infinitas posibilidades y opciones, pero en todas ellas está presente la posibilidad de morirnos. Es decir, en cada decisión, en cada acción de todos los días la muerte se encuentra junto a nosotros recordándonos la finitud de la vida. Lejos de verlo como un mensaje pesimista, entiendo que esta idea es de una belleza y romanticismo poca veces vista. La muerte está ahí, a nuestro lado, a cada momento recordándonos que eso que estamos haciendo puede ser lo último que hagamos; está allí motivándonos constantemente a ser nosotros mismos, a hacer lo que nos gusta y a valorar cada momento como si fuese el último.
La muerte no está al final de la vida sino en cada uno de sus momentos. No veo la muerte como a una parca vestida de negro con cara de calavera y aspecto siniestro; muy por el contrario, la veo como mi dulce compañera de vida.

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