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jueves, 13 de agosto de 2009

La autoridad de otros

Días atrás, reflexionando ante la expresión de una compañera de facultad: "Yo necesito que los profesores me exijan", me encontré con muchos interrogantes. Si necesito que alguien me exija para lograr hacer algo, verdaderamente no tengo muchas ganas de hacerlo ¿no? Sino no me costaría absolutamente nada hacerlo, ¿Qué más lindo que hacer las cosas que a uno le gustan? Ahora, ¿Por qué transformamos a los profesores (o a quien sea) en nuestra autoridad y decimos: "si el me lo dice yo lo hago"? ¿Por qué dedicamos tiempo de nuestras vidas a hacer algo que no nos gusta o no tenemos ganas? ¿Cual es la causa en profundidad que nos lleva a necesitar de un otro para poder funcionar por nosotros mismos? En fin... me gustaría también relacionarlo con el hecho de que en las sociedades (de ahora y de siempre) pasa exactamente lo mismo con esto de "delegar en otro mi responsabilidad de acción" y nunca tomar nuestras vidas por nuestros propios medios y vivirla conforme a nuestra inteligencia; tal vez por eso necesitamos que alguien administre nuestro dinero y tome decisiones por nosotros (estado), nos provea de un sistema de creencias para dar explicaciones a las cosas que el hombre no puede explicar y hallar consuelo (religiones), alguien que nos diga que es lo que está bien y que es lo que esta mal hacer (patrones socio-culturales), etc.
Creo que el ser humano delegó su capacidad de hacerse cargo de sí mismo a diferentes autoridades y esto crea en nosotros un sentimiento de aparente libertad (puedo elegir que auto comprarme, a quien votar, a donde ir esta noche) que para nada refleja el significado profundo de esa palabra. La humanidad está volcada a la conquista de las cosas, de los objetos y ello nos hace creer que somos libres porque hay millones de cosas y objetos que poseer y así vamos saltando de uno en otro según la moda, las circunstancias o el patrón social que sea. Pero el ser humano perdió en esa búsqueda incesante de satisfacción personal el contacto con él mismo, con lo profundo de su ser, con eso que lo diferencia de una mera maquina o robot que funciona según un programa.
No podemos dejar que nos mutilemos lo más valioso que tenemos que es el amor, la solidaridad, la importancia por el otro... y la libertad. Tenemos que dejar atrás las cosas que hacen que esos valores no puedan ser vividos y de una vez por todas ser responsables nosotros mismos de todo en cuanto hacemos y pensamos.

jueves, 6 de agosto de 2009

"Libertad, Igualdad, Fraternidad"


Les traigo hoy, un encantador relato de la mano de José Ingenieros acerca de como en determinado momento histórico los hombres de una sociedad cansados de la opresión y las diferencias de clases, en donde algunos lo tenían todo (déspotas-aristrócatas) y otros nada (plebe), tomaron cartas en el asunto y llevaron a cabo uno de los quiebres historicos más importante de todos los tiempos (Revolución Francesa). Digo quiebre desde el punto de vista político ya que, como veremos en palabras de J.Ingenieros, el cambio económico y social, estan, aún en nuestros días, pendientes. Más de 200 años despues de la Revolución Francesa todavía tenemos grandes desigualdades, grandes guerras y grandes explotaciónes que hacen que el famoso lema de la Revolución Francesa sea visto hoy como una utopía.
El fragmento corresponde al libro titulado "¿Que es el socialismo?"

“Hace apenas un siglo, Francia primero y más tarde toda Europa vieron sus campos y sus villas, sus montañas y sus arroyos enrojecer, bañados por la sangre a torrentes derramada en aras de la gran revolución del pueblo contra la aristocracia, de los oprimidos contra la nobleza.
El orbe entero, sediento de libertad e igualdad, fijaba en Francia su mirada, y harto de despotismo, de opresión, de esclavitud, anhelaba ansioso conocer el resultado de la gran lid que se empeñaba, y contemplaban mixto de admiración y de respeto a los que con su ingenio y con su pluma habían sabido instalar en los corazones de los oprimidos el amor a la libertad, que había de manifestarse en la gran revuelta de la democracia….[] …Se habla desde entonces con singular empeño de “libertad, igualdad y fraternidad” y se inculca a las multitudes la convicción de que la Revolución Francesa había implantado esos tres grandes principios que constituyen el eje en cuyo torno gira la humanidad en su incesante revolución. Mas corto ha sido el engaño; cuando las desigualdades ante los medios de producción se fueron acentuando y cuando por la posesión aparente de ciertos derechos las clases productoras comprendieron la injusticia de los privilegios económicos, no tardó un instante en entrar el ánimo de los explotados la certeza de la mistificación sacrílega cumplida ante los altares de la revolución….[]…¡Libertad!, grita por doquier la burguesía, y obliga con las fuerzas de los hechos al proletario a ser esclavo de los detentores de los medios de producción. ¡Igualdad!, y el antagónico espectáculo del lujo y la miseria, del derroche y el hambre, del lucro y la explotación, divide a la humanidad en clases sociales, en burguesía y proletariado. ¡Fraternidad!, y en cada cumbre erige una fortaleza, en cada río una frontera sembrada de arsenales, y en cada frase patriótica se incita al odio entre los pueblos separados por un Andes, un Reno, un Alpes o un Pirineos, a la par que no se vacila es subyugar a sangre y fuego un Madagascar o una India, una Abisinia o una Cuba.”


Nota: La imagen corresponde a la obra de Jean Pierre Houël "Toma de la bastilla"