La primera distinción entre las 2 vertientes del derecho, el derecho natural y el derecho positivo la realizó Santo Tomás de Aquino: "el derecho o lo justo es algo adecuado a otro, conforme cierto modo de igualdad. Pero una cosa puede ser adecuada a un hombre de dos maneras. Primera, atendida la naturaleza misma de las cosas; por ejemplo, cuando uno da tanto para recibir otro tanto: y esto es Derecho Natural. Segunda, por convención o común acuerdo, es decir cuando alguno se manifiesta satisfecho con recibir tanto; y esto puede realizarse de dos formas: por un convenio privado, como el que se constituye mediante un pacto entre personas particulares; o por convención pública, verbigracia, cuando todo el pueblo consiente en que algo se considere como adecuado y ajustado a otro, cuando lo ordena la autoridad que representa al pueblo”.
En la actualidad percibimos como se contrapone rigurosa e intencionalmente al Derecho Natural con el Positivo. El Derecho Positivo es la expresión de quien gobierna, de aquel que detenta transitoriamente el poder. Este derecho es sancionado por el legislador y modificable según la sociedad y las épocas, es decir que varía brusca y radicalmente en el tiempo y en el espacio, hasta llegar a extremos insospechables y racionalmente ilógicos.
En contraste con lo dicho, el Derecho Natural es un ideal de las normas, una legislación universal y atemporal que, por lo tanto, debería regir a todos los pueblos, con absoluta independencia de las modificaciones de índole cultural que en cada uno de ellos encontremos.
Lo que se denomina Derecho Natural es, en definitiva, el fundamento último de validez de toda ley humana positiva. Hay que observar esta relación sustancial, como dos aspectos de una misma realidad, el Derecho Positivo es, respecto del Natural, el garante más sólido de vigencia, ya que los principios del Derecho Natural sólo rigen verdaderamente en un pueblo cuando son contemplados, comprendidos y expresados por la ley Positiva (leyes, artículos, códigos, disposiciones en general)). Por eso hay que dejar en claro que no todo lo que dice una ley positiva es necesariamente justo. Y es primordial, para comprender esto, la distinción entre el Derecho Positivo cuyo contenido es de Derecho Natural pero que ha sido sancionado y promulgado por la autoridad vigente, y el Derecho Positivo que es indiferente al Derecho Natural, pero que de todos modos es obligatorio para la sociedad.
Lo que se denomina Derecho Natural es, en definitiva, el fundamento último de validez de toda ley humana positiva. Hay que observar esta relación sustancial, como dos aspectos de una misma realidad, el Derecho Positivo es, respecto del Natural, el garante más sólido de vigencia, ya que los principios del Derecho Natural sólo rigen verdaderamente en un pueblo cuando son contemplados, comprendidos y expresados por la ley Positiva (leyes, artículos, códigos, disposiciones en general)). Por eso hay que dejar en claro que no todo lo que dice una ley positiva es necesariamente justo. Y es primordial, para comprender esto, la distinción entre el Derecho Positivo cuyo contenido es de Derecho Natural pero que ha sido sancionado y promulgado por la autoridad vigente, y el Derecho Positivo que es indiferente al Derecho Natural, pero que de todos modos es obligatorio para la sociedad.
Esta introducción que extraje de http://www.atinachile.cl/content/view/82162/DERECHO-NATURAL-V-S-DERECHO-POSITIVO.html me resulta útil para redactar ahora, el mito griego de Antígona que refleja a las claras, en una simple historia, la conjunción y enfrentamiento entre estos 2 derechos. Antígona y los personajes del mito se ven en la disyuntiva de si cumplir con el derecho natural o con el derecho positivo. El mito tiene varios posibles finales según diferentes historiadores pero he elegido el que me parece más acorde con lo que se intenta expresar. ¿Hay 2 derechos o en realidad sólo hay uno y el otro es impuesto? Espero que resulte enriquecedor:
Antígona era una de las dos hijas del rey Edipo de Tebas, nacida de la unión oscura y trágica entre Edipo y su madre, Yocasta. Pero, a pesar de su sombrío nacimiento, el carácter de Antígona era leal y amoroso, y sus acciones eran absolutamente intachables. Después de que su padre descubriera la vergüenza de su matrimonio y tras ser expulsado de Tebas, ciego y perseguido por las vengativas Furias, Antígona fue su guía fiel mientras permaneció vagando de un país a otro durante años.
Tras el destierro de Edipo, sus hijos gemelos, Polinices y Eteocles, fueron elegidos ambos reyes de la ciudad, tras lo cual acordaron que cada uno reinaría en años alternos. Pero Eteocles, a quien le correspondió el primer periodo, no quiso dejar el trono al final del año y desterró de la ciudad a su hermano Polinices. En consecuencia, se desató una guerra terrible entre ambos hermanos por el reinado. Polinices, para evitar nuevas matanzas, propuso que la sucesión del trono se decidiera mediante un combate con su hermano. Eteocles aceptó el desafío, y en el curso de la amarga pelea que siguió se hirieron mortalmente el uno al otro. Por consiguiente, su tío Creón tomó el mando de los ejércitos y se declaró a sí mismo rey de Tebas, promulgando un dictamen por en que se ordenaba que sus sobrinos muertos no podían ser enterrados, negándoseles así las honras fúnebres. Sin recibir entierro, sus sombras deberían vagar eternamente por las orillas de la laguna Estigia. A quien desobedeciera este edicto, se le enterraría vivo como castigo.
Pero Antígona, que había amado intensamente a su hermano Polinices, sabía que la maldad que había conducido a la guerra provenía de Eteocles. Salió, pues, ocultamente por la noche e hizo una fogata en la que colocó el cadáver de Polinices con objeto de liberar su alma en su viaje al inframundo.
Al mirar desde la ventana de su palacio, el rey Creón percibió un lejano resplandor que parecía proceder de una fogata ardiente y, al ir a investigar, sorprendió a Antígona en su acto de desobediencia. Llamó a su hijo Hemón, a quien Antígona había sido prometida, y le ordenó que la enterrase viva. Hemón insistió hasta el cansancio a su padre que revea esta órden pero este hizo oídos sordos a su clamor y entonces fingió hacer lo que le habían ordenado pero, en lugar de ello, se casó con Antígona en secreto y la envió lejos a vivir entre sus pastores. Allí nació un hijo de ambos. Así, la disposición de Antígona a morir, en lugar de traicionar a su corazón, y el valor de Hemón en desobedecer la orden de su padre, creó vida en lugar de muerte.
Tras el destierro de Edipo, sus hijos gemelos, Polinices y Eteocles, fueron elegidos ambos reyes de la ciudad, tras lo cual acordaron que cada uno reinaría en años alternos. Pero Eteocles, a quien le correspondió el primer periodo, no quiso dejar el trono al final del año y desterró de la ciudad a su hermano Polinices. En consecuencia, se desató una guerra terrible entre ambos hermanos por el reinado. Polinices, para evitar nuevas matanzas, propuso que la sucesión del trono se decidiera mediante un combate con su hermano. Eteocles aceptó el desafío, y en el curso de la amarga pelea que siguió se hirieron mortalmente el uno al otro. Por consiguiente, su tío Creón tomó el mando de los ejércitos y se declaró a sí mismo rey de Tebas, promulgando un dictamen por en que se ordenaba que sus sobrinos muertos no podían ser enterrados, negándoseles así las honras fúnebres. Sin recibir entierro, sus sombras deberían vagar eternamente por las orillas de la laguna Estigia. A quien desobedeciera este edicto, se le enterraría vivo como castigo.
Pero Antígona, que había amado intensamente a su hermano Polinices, sabía que la maldad que había conducido a la guerra provenía de Eteocles. Salió, pues, ocultamente por la noche e hizo una fogata en la que colocó el cadáver de Polinices con objeto de liberar su alma en su viaje al inframundo.
Al mirar desde la ventana de su palacio, el rey Creón percibió un lejano resplandor que parecía proceder de una fogata ardiente y, al ir a investigar, sorprendió a Antígona en su acto de desobediencia. Llamó a su hijo Hemón, a quien Antígona había sido prometida, y le ordenó que la enterrase viva. Hemón insistió hasta el cansancio a su padre que revea esta órden pero este hizo oídos sordos a su clamor y entonces fingió hacer lo que le habían ordenado pero, en lugar de ello, se casó con Antígona en secreto y la envió lejos a vivir entre sus pastores. Allí nació un hijo de ambos. Así, la disposición de Antígona a morir, en lugar de traicionar a su corazón, y el valor de Hemón en desobedecer la orden de su padre, creó vida en lugar de muerte.
1 comentario:
Mi comentario se circunscribe a la frase de Michel Ofrey, a saber: "...La conciencia resiste y, en esta radicalización, formula y luego estructura la unidad y la existencia de la especie humana una, única, imposible de fragmentar, enmendar o acondicionarse sobre la base de.... excepciones" atte ASDRUBAL ANGULO ROMANOVICH
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