"El nacimieneto del nuevo hombre" |
-La comunidad -dijo Demian- es algo muy bello. Pero lo que vemos florecer por ahí no es solidaridad. Ésta surgirá nueva, del conocimiento mutuo de los individuos y durante algún tiempo transformará el mundo. Lo que hoy existe no es comunidad: es un simple rebaño. Los hombres se unen porque tienen miedo los unos de los otros y cada uno se refugia entre los suyos. Los señores, en su rebaño; los obreros, en el suyo; los intelectuales en otro... ¿Y por qué tienen miedo? Se tiene miedo cuando no se está de acuerdo consigo mismo. Tienen miedo porque no se han atrevido jamás a seguir sus propios impulsos interiores. ¡Una sociedad formada de hombres que tienen miedo de lo desconocido que anida en ellos! Todos se percatan de que sus leyes de vida no funcionan ya, de que viven según mandamientos anticuados y que ni su religión ni su moral corresponden a lo que necesitamos.
Durante cien años y más, Europa no ha hecho más que estudiar y construir fábricas. Todos saben con exactitud cuántos gramos de pólvora se necesitan para matar a un hombre; pero no saben cómo se reza a Dios, no saben siquiera cómo se pasa un rato divertido. ¡Mira las tabernas de los estudiantes! O un lugar de diversión donde se reúne gente rica. ¡Desesperante! Querido Sinclair, de esto no puede salir nada bueno. Los hombres que se hacinan acobardados están llenos de miedo y de maldad; ninguno se fía del otro. Son fieles a unos ideales que han dejado de serlo y lapidan, furiosos, a quien intenta erigir otros nuevos. Presiento graves conflictos. Vendrán, créeme, vendrán pronto. Naturalmente, no «mejorarán» el mundo.
Que los obreros asesinen a sus patrones, o que Rusia y Alemania disparen una sobre otra, no supondrá más que un cambio de propietarios. Pero no será completamente en vano. Hará patente la miseria de los ideales actuales y obligarán a derrocar toda una serie de dioses de la Edad de Piedra. Este mundo, tal como es ahora, quiere morir, quiere sucumbir y lo conseguirá.
[...] Entonces se demostrará que la voluntad de la humanidad no coincide, ni ha coincidido nunca, ni en ningún lado, con las sociedades actuales, los Estados, las naciones, las asociaciones y las Iglesias. Porque lo que la naturaleza quiere hacer del hombre, está grabado en cada individuo, en ti y en mí. Lo estaba ya en Jesucristo y lo estaba en Nietzsche. Cuando las sociedades actuales se derrumben, habrá sitio para estas corrientes, las únicas importantes, que naturalmente pueden variar cada día, pero son siempre las únicas importantes."
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