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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cierre de año I


Me gustaría compartir algunas reflexiones siempre interesantes utilizando como excusa las fiestas venideras o el cierre de un año por mas falsos y ficticios que puedan ser; siempre es un buen momento para reflexionar y creo que estas letras son un canto a la vida.

Hice una compilación de una carta que el autor le escribió a una amiga suya y quedó asi:

" Sea dúctil mentalmente. El poder no radica en la firmeza y en la fuerza, sino en la flexibilidad. El árbol flexible aguanta el ventarrón. Adquiera el poder de una mente rápida.
La vida es extraña, tantas cosas ocurren inesperadamente; la mera resistencia no resolverá ningún problema. Uno necesita tener infinita flexibilidad y un corazón sencillo.
La vida es el filo de una navaja y uno ha de recorrer ese sendero con cuidado exquisito y dúctil sabiduría.
La vida es muy rica, tiene tantos tesoros, y nosotros la afrontamos con los corazones vacíos; no sabemos cómo llenar nuestros corazones con la plenitud de la vida. Somos pobres internamente, y cuando se nos ofrecen riquezas, las rechazamos. El amor es algo peligroso, trae consigo la única revolución que da completa felicidad. Y así muy pocos de nosotros somos capaces de amar, pocos queremos amar. Amamos en nuestros propios términos, haciendo del amor una cosa comerciable. Tenemos la mentalidad mercantil y el amor no es comerciable, no es un asunto de toma y saca. Es un estado del ser en que se resuelven todos los problemas humanos. Vamos al pozo con un dedal, y así la vida se vuelve una cosa vulgar, pequeña y mezquina.
¡Qué exquisito lugar podría ser la tierra, con tanta belleza como hay, tanta gloria, tanta imperecedera hermosura! Estamos atrapados en el dolor, y no nos importa poder salirnos de él, aun cuando alguien nos esté señalando una salida.
No sé, pero uno está ardiendo de amor. Hay una llama inextinguible. Uno tiene tanto de ese amor que desea darlo a todos, y lo hace. Es como un río poderoso que fluye, nutriendo y regando cada ciudad y aldea por las que pasa; se contamina, la suciedad del hombre entra en él, pero las aguas se purifican pronto y rápidamente prosigue su curso. Nada puede estropear el amor, porque todas las cosas se disuelven en él las buenas y las malas, las feas y las bellas¬. Es la única cosa que tiene su propia eternidad.
Qué poco conocemos del amor, de su extraordinaria ternura y de su ‘poder’, con qué facilidad usamos la palabra amor; la usa el general, la usa el carnicero; el hombre rico la usa y la usan el muchacho y la muchacha. Pero, ¡qué poco saben de él, de su inmensidad, de su condición inmortal e insondable! Amar es percibir la eternidad.
Qué cosa extraordinaria es la relación, y con qué facilidad caemos en el hábito de una relación particular, donde las cosas se dan por sentadas, donde se acepta la situación y no se tolera variación alguna; no se da cabida a ningún movimiento hacia la incertidumbre, ni siquiera por un segundo. Todo está tan bien regulado, asegurado, sujeto, que no hay oportunidad ninguna para la frescura, para un claro soplo revivificante de primavera. Esto y más es lo que llamamos relación. Si observamos atentamente, vemos que la relación es algo mucho más sutil, más rápido que el relámpago, más inmenso que la tierra, porque la relación es vida. Nuestra vida es conflicto. Nosotros queremos hacer de la relación algo tosco, rígido y maniobrable. Y así pierde su fragancia, su belleza. Todo esto surge porque no amamos, y el amor, es, desde luego, lo más grande de todo, porque en él tiene que existir la completa entrega de uno mismo.
Lo esencial es la cualidad de lo fresco, de lo nuevo, o de lo contrario la vida se convierte en una rutina, en un hábito; y el amor no es un hábito, una cosa aburrida. La mayoría de la gente ha perdido la capacidad de maravillarse. Lo da todo por hecho, y este sentido de seguridad destruye la libertad y la sorpresa de la incertidumbre.
Nosotros cultivamos lo externo, y prestamos muy poca atención a lo que ocurre bajo la piel; pero lo interno se impone siempre a lo externo. Es el gusano dentro de la manzana el que destruye la frescura de la manzana.
Se requiere gran inteligencia para que un hombre y una mujer que viven juntos se olviden de sí mismos, no se sometan el uno al otro ni se dominen mutuamente. La relación es la cosa más difícil que hay en la vida.
Es siempre difícil mantenerse sencillo y claro. El mundo adora el éxito, cuanto más grande, mejor; cuanto más grande es el auditorio, más grande se considera que es el orador; los colosales superedificios, los automóviles, los aviones y la gente. Se ha perdido la sencillez. Las personas exitosas no son las que están construyendo un mundo nuevo. Para ser un verdadero revolucionario se requiere un cambio completo de corazón y de mente, ¡y qué pocos son los que quieren liberarse! Cortamos las raíces superficiales; pero cortar las raíces profundas que alimentan la mediocridad, el éxito, requiere algo más que palabras, métodos, compulsiones. Parece haber muy pocos, pero ellos son los verdaderos constructores el resto se esfuerza en vano¬.
Uno se está comparando perpetuamente a sí mismo con otro, con lo que uno es, con lo que debería ser, con alguien que es más afortunado. Esta comparación mata realmente, es degradante, pervierte la propia perspectiva de la vida. Y a uno lo han educado en la comparación. Toda nuestra educación se basa en eso, y del mismo modo nuestra cultura. En consecuencia, hay una perpetua lucha por ser otra cosa que lo que uno es. La comprensión de lo que uno es, descubre la creatividad, pero la comparación genera competencia, crueldad, ambición, lo cual pensamos que produce progreso. El progreso sólo ha conducido hasta ahora a más guerras despiadadas y desdichas de las que el mundo haya conocido jamás. La verdadera educación consiste en educar a los hijos sin comparación alguna.
La distancia, el espacio es una cosa de la mente; el aquí y el allá son hechos, pero se convierten en factores psicológicos con el impulso del deseo. La mente es un fenómeno extraño. Tan compleja y, no obstante, tan simple en esencia. Se vuelve compleja por las múltiples compulsiones psicológicas. Esto es lo que ocasiona conflicto y dolor: la resistencia y las adquisiciones. Es arduo estar atento y dejarlas pasar de largo sin quedar enredado en ellas. La vida es un río inmenso que fluye. La mente atrapa en su red las cosas de este río, descartando y reteniendo. No tiene que haber red. La red es del tiempo y del espacio; la red es la que crea el aquí y el allá; la dicha y la desdicha. Un río lo recibe todo las alcantarillas, los cadáveres, la suciedad de las ciudades por las que pasa¬ y no obstante se limpia a sí mismo de todo eso a las pocas millas. Lo recibe todo y permanece siendo él mismo, sin preocuparse de distinguir lo puro de lo impuro. Son sólo las charcas, las pozas pequeñas las que se contaminan pronto, porque no están vivas, porque no fluyen como los amplios, dulcemente aromáticos ríos ondulantes. Nuestras mentes son pequeñas charcas que pronto pierden su pureza. Es esa pequeña charca llamada mente, la que juzga, sopesa, analiza ¬y con todo, permanece siendo la pequeña poza de irresponsabilidad que es¬.
Uno se agita, está ansioso, y, a veces, asustado. Estas cosas ocurren. Son los accidentes de la vida: hoy es un día nublado, el otro día fue claro y soleado, pero ahora llueve, está nublado y hace frío; este cambio es el inevitable proceso del vivir. La ansiedad, el miedo, de pronto se nos vienen encima; hay causas para ello, ocultas o muy evidentes, y con un poco de percepción uno puede encontrar esas causas. Pero lo importante es darse cuenta de estos sucesos o accidentes y no dejarles que echen raíces, permanentes o temporarias. Uno da raíces a estas reacciones cuando la mente compara, justifica, condena o acepta. Usted sabe, uno tiene que estar internamente despierto todo el tiempo, sin ninguna tensión. La tensión surge cuando deseamos un resultado, y lo que surge vuelve a crear una tensión que también debe eliminarse… permítale a la vida que fluya."


"Afortunado el hombre que nada es - J.Krishnamurti"