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viernes, 13 de noviembre de 2009

Personajes históricos II: R.W. Emerson



Me gustaría hoy, comentarles acerca de este interesante personaje histórico llamado Ralph Waldo Emerson. Emerson nació en 1803 en Estados Unidos y murió en 1882. Hijo de una larga estirpe de familiares pastores, también él se convirtió en pastor de la iglesia unitaria (la iglesia unitaria es una derivación del cristianismo que afirma la unidad de Dios; acepta un solo Dios que se manifiesta de múltiples formas pero nunca deja de ser uno solo) luego de haber estudiado teología en Harvard. Dimitió de este cargo como pastor tras declarar que había dejado de considerar a la comunión como sacramento. Luego de un gran viaje por Europa en donde conoció a muchas personalidades con varias de las cuales estableció una gran amistad, regresó a Norteamérica y se dedicó a dar clases en la Universidad de Boston.
Se puede decir que Emerson fue muchas cosas: pastor, ensayista, poeta, filósofo, escritor, moralista, pero yo lo considero un hombre profundamente espiritual y revolucionario.
Les escribo fragmentos de sus ensayos para que aprecien la forma de pensar y de ver al mundo que tenía este hombre. Sus ensayos tratan de diversos temas como Dios, la naturaleza, la política, el Hombre… dejemos mejor que él hable por mí:

[…”Debemos revisar toda nuestra estructura social, el Estado, la escuela, la religión, el matrimonio, el comercio, la ciencia y examinar sus fundamentos en nuestra propia naturaleza; nosotros no debemos limitarnos a comprobar que el mundo ha sido adaptado a los primeros hombres, sino preocuparnos de que se adapte a nosotros, desprendiéndonos de toda práctica que no tenga sus razones en nuestro propio espíritu. ¿Para qué ha nacido el hombre si no es para ser un Reformador, un Rehacedor de lo que antes hizo el hombre, para renunciar a la mentira, para restaurar la verdad y el bien, imitando la gran Naturaleza que a todos nos abraza sin descansar un instante sobre el pasado envejecido, rehaciéndose a toda hora, dándonos cada mañana una nueva jornada y una pulsación de la vida nueva? Renuncie a todo lo que ya no tiene por verdadero, remonte sus actos a su idea primera, nada haga donde no comprenda que el Universo mismo le da razón”…]

[…”El conformismo importa cerrar nuestra inteligencia a toda verdad nueva, apartar de nuestra felicidad todo elemento no previsto en el pasado, negar la posibilidad misma del progreso y de la perfección. Acatar los intereses creados en el orden moral, lo mismo que en el material, significa negar el advenimiento de una humanidad moralmente mejor. ¿Por qué seguiremos bebiendo aguas estancadas en pantanos seculares, mientras la Naturaleza sigue ofreciéndonos en la veta de sus rocas el chorro de fuentes cristalinas, que pueden apagar nuestra sed infinita de saber y de amor?”...]

[…“Las leyes morales se ejecutan por sí mismas. Están fuera del tiempo, fuera del espacio y no sujetas a las circunstancias. Así, en el alma del hombre existe una justicia cuyas atribuciones son inmediatas y completas. Aquel que cumple una buena obra, queda al instante ennoblecido. El que ejecuta un acto bajo y vil, es por el hecho mismo rebajado. Aquel que rechaza la impunidad, se viste por esta sola razón de pureza. Si un hombre es justo de verdadero corazón, es Dios en cuanto es justo; la certeza, la inmortalidad y la majestad de Dios entran, con la justicia, en aquel hombre. Si un hombre cambia, traiciona y engaña, por esto mismo se engaña a sí mismo, y sale de su propia conciencia moral; el carácter llega siempre a ser conocido. El hurto no enriquece; la limosna jamás empobrece a nadie; del asesino hablan hasta las paredes. La más ligera sombra de fraude destruye espontáneamente todo buen efecto. En cambio, decid siempre la verdad, y todas las cosas hablarán en favor vuestro; hasta las raíces de las hierbas parecerán moverse bajo la tierra, para exaltaros. Porque todas las cosas proceden del mismo espíritu, llamado con nombres distintos: amor, justicia, templanza, según sus diversas aplicaciones, como el océano, que recibe nombres diversos, según las playas que baña. Cuanto más se separa un hombre de estos confines, tanto más se priva de poder y ayuda. Su ser se contrae…, se torna cada vez más pequeño y mezquino, un grado de polvo, un punto, hasta que llega a la maldad absoluta, que es la muerte absoluta también. La percepción de esta ley despierta en nuestra mente un sentimiento que llamamos sentimiento religioso y que constituye nuestra más elevada felicidad. Es maravilloso el poder que tiene de encantarnos y de imponérsenos como el aire que se respira en las montañas. Es lo que da perfume a todo el mundo, sublimidad al cielo y a los montes; es el canto silencioso de las estrellas en la noche, la beatitud del hombre, que le hace partícipe del infinito… Todas las expresiones de este sentimiento son sagradas y permanentes en proporción a su pureza. Nos conmueven más profundamente que todas las demás. Los hechos pasados que destilan esa piedad están aún frescos y fragantes. La impresión única e incomparable producida por Jesús sobre la humanidad, por lo cual su nombre no está escrito, sino grabado en la historia humana, es una prueba de la sutil virtud de esta penetración”…]

[…“La Crítica suprema de los errores del pasado y del presente, y el único profeta de lo que será, es esa gran Naturaleza en la cual reposamos como la tierra reposa dulcemente en los brazos de la atmósfera; esa Unidad, esa Alma Suprema, en la cual cada ser está contenido y unificado, une a los demás; ese corazón común, del que toda conversación sincera es el culto y al que es un sometimiento toda buena acción; esa omnipotente realidad que confunde nuestras habilidades y nuestro ingenio, obligándonos a ser lo que realmente somos, a revelarnos por nuestro carácter y no por nuestras palabras, y que tiende de más en más a transfundirse en nuestros pensamientos, y en nuestras acciones, para convertirse en sabiduría, virtud, poder y belleza. Nuestra vida se compone de sucesiones, de divisiones de partes y de partículas. Sin embargo, el hombre es el alma de todo; y ese poder profundo en el cual existimos y cuya beatitud nos es totalmente accesible, no sólo es completo por sí mismo y perfecto en cada momento, mas es simultáneamente el acto de ver y la cosa vista, el espectador y el espectáculo, el sujeto y el objeto. Vemos el mundo pieza a pieza: el sol, la luna, el animal, el árbol; pero el todo, de que esas cosas son las partes salientes y radiantes, el todo es el Alma. Sólo por la visión de esa sabiduría podemos leer en el horóscopo de las edades; y solamente volviéndonos hacia nuestros mejores pensamientos, cediendo al espíritu profético innato en cada hombre, podemos comprender las advertencias de esa sabiduría”…]

[…” nuestra vida podría ser más simple y más dulce de lo que hacemos; el mundo podría ser más feliz de lo que es; no hay necesidad de complicar la existencia con luchas, convulsiones, desesperanzas, llantos y sufrimientos; somos los inventores de nuestros propios males. Nosotros nos ocupamos en romper el optimismo de la naturaleza; cada vez que trepamos a una cumbre para mirar el pasado, o que un espíritu de nuestro siglo, el más sabio entre nosotros, nos eleva hasta su misma altura, nos damos cuenta de esa verdad fundamental: estamos rodeados de leyes que se cumplen por sí mismas”…]

[…“Cree en ti mismo: vibre todo corazón a este llamado inflexible. Acepta el sitio que el destino te ha dado, la sociedad de tus contemporáneos, el encadenamiento de los sucesos. Los grandes hombres lo han hecho siempre, confiándose como niños al genio de su época, reflejándolo en sus obras; esa confianza absoluta penetraba en sus corazones, y la misión de trabajar por sus manos dominaba todo su ser. Nosotros también somos hombres y debemos aceptar, en su sentido más elevado, ese mismo destino sublime; no somos menores inválidos refugiados en un rincón de asilo, ni cobardes fugitivos ante una revolución, sino guías, salvadores, benefactores, obedeciendo a un esfuerzo omnipotente y avanzando sobre el caos de las tinieblas”… “…la sociedad conspira, en todas partes, contra la virilidad de cada uno de sus miembros. La sociedad es como una compañía de accionistas que se entienden para el progreso del conjunto, sacrificando la libertad y la expansión de cada uno; la virtud más deseada es la conformidad con los demás; se llega a odiar a los que confían en sí mismos. No son las cualidades reales y los espíritus creadores, los que allí se ama, sino las reputaciones y los intereses creados. El que quiere ser un hombre debe ser un no-conformista. El que quiera adquirir palmas de inmortalidad no debe dejarse detener por lo que se llama convencionalmente el bien; debe averiguar por sí mismo si lo es realmente. Nada es sagrado fuera de la integridad de vuestra propia conciencia moral. Si os podéis absolver vos mismo, tendréis el sufragio del mundo”…]

[… “El juez de la propia virtud debe ser uno mismo, sin esperar el juicio de los demás sobre las propias acciones…” “…No consiento en pagar como un privilegio, lo que considero mi derecho intrínseco”… “Lo que debo hacer es cosa que concierne a mi personalidad y no lo que las gentes creen que debo hacer”… “En la sociedad es fácil vivir ajustándose a la opinión de los demás; vivir de acuerdo con la nuestra, sólo es posible en la soledad. El gran hombre es aquel que conserva en el mundo, con perfecta dulzura, la independencia de la soledad”…]

[…“Elevemos altares a esa bella unidad que mantiene a la naturaleza y a las almas en una perfecta continuidad, y que obliga a cada átomo a servir a un fin universal. No es la extensión de nieve, el capullo, el paisaje estival, el esplendor de las estrellas, lo que me maravilla, sino la belleza necesaria, o, si queréis, la necesidad de belleza que gravita sobre el universo; que todo deba ser pintoresco y lo sea; que el arco iris, la cueva del horizonte y la comba del cielo deban ser resultados del mecanismo del ojo. No necesito que ningún aficionado tonto venga a guiarme para admirar jardines, una nube dorada o una cascada, desde que no puedo abrir los ojos sin ver algo impregnado de esplendor y de gracia. ¡Cuán vana es esa elección de tal o cual chispa dispersa al azar, cuando la necesidad inherente a las cosas enciende la llama de la belleza en la frente del caos y denuncia que la intención central de la naturaleza es ser armonía y dicha!”.
“Elevemos altares a la bella necesidad. Haber creído libres a los hombres, en el sentido de que una voluntad antojadiza puede dominar la ley de las cosas, es como pretender que un dedo de un niño puede hacer caer al sol. Si en la menor de las cosas el hombre pudiera alterar el orden de la naturaleza, ¿quién querría aceptar el don de la vida?”.
“Elevemos altares a esa bella necesidad que nos prueba y nos asegura que todo está hecho de una pieza, que el acusador y el acusado, el amigo y el enemigo, el animal y el planeta, el alimento y quien lo consume, son de la misma y única especie. El espacio astronómico es inmenso, pero ningún sistema le es extraño. Los tiempos geológicos son inconmensurables, pero han regido en ellos leyes semejantes a las actuales. ¿Por qué nos espantaría la naturaleza, en que están objetivadas la filosofía y la teología? ¿Por qué temeríamos ser aplastados por los elementos de la naturaleza, si estamos hechos de esos mismos elementos?”.
“Elevemos altares a esa bella necesidad que torna valiente al hombre, enseñándole que él no puede evitar un peligro seguro, ni exponerse a otro ficticio; a esa necesidad que nos conduce, ruda o dulcemente, a la noción de que no hay azar ni acontecimientos fortuitos: que la ley regula toda existencia, -una ley que no es inteligente, pero que es la inteligencia-, que no es personal ni impersonal; que desdeña las palabras y sobrepasa al entendimiento; que disuelve las personalidades, que vivifica la naturaleza y que, sin embargo, invita al corazón puro a apoyarse sobre toda su omnipotencia”…]

[…"Nuestra época es retrospectiva. Construye sobre los sepulcros de los padres. Escribe biografías, historias y juicios críticos. Las generaciones precedentes miraban a Dios y a la naturaleza cara a cara; nosotros, por medio de los ojos de aquellas. ¿Por qué no hemos de gozar también nosotros de una relación original con el universo? ¿Por qué no hemos de tener una poesía y una filosofía de la percepción y no de la tradición, y una religión revelada a nosotros, y no la historia de ellas? Envueltos, durante una temporada en la naturaleza, cuyas corrientes de vida circulan a nuestro alrededor y entre nosotros, y nos invitan, mediante las fuerzas que aportan, a una acción proporcionada con la naturaleza, ¿por qué hemos de andar a tientas entre los huesos secos del pasado, o enmascarar a la generación viviente con su vestuario marchito? El sol brilla también ahora. Hay en los campos más lana y lino. Hay nuevas tierras, nuevos hombres, nuevos pensamientos. Reclamemos nuestras propias obras, leyes y religión” …]